No existe la soledad esta tarde. Me acompaña Trio Esquina. Y tú, a kilómetros de aquí.
Ahora por fin entiendo qué querías decir con "bandoneones cargados de tango". Algún día tocaré uno para ti. Vestida de negro con una cinta roja. Y tú con camiseta de rayas azules y negras en horizontal, oliendo como cuando acabas de afeitarte, con los vaqueros claros desenfadados, lo suficientemente anchos como para sólo rozar tu piel de vez en cuando.
No soy una de todas esas mujeres. Pero estamos en la misma historia; sin Plotino de por medio, sin Warsovia. Reviviendo constantemente una noche azul y fuego nublado.
Buenos Aires, Venecia, Siberia, el mar.
Madrid, Granada, Cantabria, el mar.
Y Samarkanda.
Samarkanda, siempre.
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Tengo que volver a ese lugar
donde el tiempo pasado
no es más que arena
inmóvil y sin más actividad
que el recuerdo de cuando
caía sobre mí.
Sí, empiezo a desesperarme,
ya hace tiempo que me obtuve
y yo misma dibujándome...
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1 comentario:
No hace falta que toques un bandoneón, con que acaricies con una mano el mástil y con la otra las cuerdas, arriaré las velas contigo, abriremos vías de agua, fluyendo continuas, atravesando el mundo, Samarkanda, Sikander partió cerca de las tierras del rey Midas hasta conquistarla, pero solo pudo construir una casa de plata, bañada en oro hueco, Samarkanda nos espera, para que con tu aliento la transformes en oro, del que Corto disfruta, aunque Rash..no esté muy de acuerdo...el oro que convierte un segundo en mil años, y una brisa en vendaval.
Cuando termines de leer esto date la vuelta, estoy ahí, susurrandote caricias y esperando "tu voz de agua"...
Mira al cielo, los dragones trazan imágenes de fuego nublado, y nosotros desde abajo los miramos, sabiendo que las nuestras son mejores...
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